pollastres i gallines,
Santa Cristina d'Aro,
març14
[...]
-Qué se puede hacer si no se puede vender nada- repitió la mujer.
- Entonces ya será veinte de enero-dijo el coronel, perfectamente consciente-. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde.
- Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo pueda perder.
- Es un gallo que no puede perder.
- Pero suponte que pierda.
- Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
"Y mientras tanto qué comemos", preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía.
- Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
- Mierda.
G.GARCÍA MÁRQUEZ (1927-2014), El coronel no tiene quien le escriba, 1957
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